Recorren su cuerpo los granos de arena como tales agujas de un reloj marcando la hora exacta de la explosión.
No empieza a brillar hasta que la púrpura de sus yemas nota como el frío se introduce en ella. De su máxima temperatura originan cohetes, estrellados en su lunar dando un espectáculo que hasta cualquier conejo de las maravillas habría preferido ver el reflejo de como se desnudaba ella que irse con una tal Alicia a un agujero.
Su sombra ya no habla por su figura, ahora los movimientos son solo a través de compases, al principio casi aturdidos, un valiente casi diría que estaría muerta, luego son vivaces y veloces hasta que ya no hay quien la controle en un pentagrama,
pero, ¿Quién compone la melodía? Y ¿A qué precio?
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